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rosario, Argentina
La (CTC) es un organismo de derchos humanos con el fin tutelar y promover los derechos de las personas privadas de la libertad.Es parte de la comisión investigadora no gubernamental de los crímenes de diciembre de 2001. Intervino en varios programas de prevención de vih-sida en lugares de encierro,en el año 1997 se presenta un habeas corpus por las condiciones de detención de las mujeres en la alcaidia de jefatura logrando el cierre de la misma.en 2006 se inició una denuncia ante la Comision Interamericana de Derechos Humanos por la situación de los niños y jóvenes privados de la libertad en el IRAR, denuncia abierta contar el Estado. Se obtuvo sentencia favorable en un habeas corpus general contra las comisarías en Rosario pidiendo la ilegalidad de la detención en dependencias policiales. Entre otras actividades en común con otras organizaciones sociales, personas privadas de la libertad y otros organismos de derechos humanos.

domingo, 1 de agosto de 2010

“El depósito de los pibes invisibles”


“El depósito de los pibes invisibles”












El Instituto de Recuperación del Adolescente de Rosario (Irar) es uno de los grandes déficits que el gobierno provincial de Hermes Binner posee sobre los jóvenes en conflicto con la Ley Penal. Desde el olor nauseabundo, ratas caminando por la comida y por los aolescentes mientras intentan dormir, hasta maltrato por parte de alguna de las guardias del Servicio Penitenciario que hoy vigilan el edificio, son tan sólo algunas de las humillaciones que allí pasan.

El Enfoque Web recorrió sus instalaciones, dialogó con los chicos que allí se encuentran y confirmó lo que se viene denunciando desde hace ya unos años por parte de la Coordinadora de Trabajo Carcelario: Las condiciones de vida son indignas e inhumanas para cualquier persona.

El edificio


El Irar está ubicado en Saavedra y Cullen, en la zona noroeste de la ciudad, inmerso en una arboleda gigante. Desde afuera, los muros de contención con alambrado de púas encima, se hacen visibles desde cientos de metros.


Las dificultades están a la vista. Una vez que se atraviesa el pasillo principal y se ingresa a los sectores, el olor y el desorden crecen a cada paso. Con una fuerte presencia policial, la primera impresión que uno obtiene es la de una cárcel, tal cual se suelen describir en algunas películas.
Según Soledad Hernández, de la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC), el Irar dispone de siete sectores destinados a alojamiento de chicos. “Hoy se usan nueve, los siete sectores, más enfermería y admisión, y esos son lugares que no están pensados para alojar a los chicos”, afirma Hernández.


El edificio posee capacidad para 45 jóvenes, sin embargo, durante el último verano la cantidad de alojados ascendió a 62. Para la integrante de la CTC, esto “es un gran problema no sólo por las condiciones de vida, sino porque el año pasado la media era de 25 chicos y hoy ronda los 40”. Agrega Hernández: “Esto demuestra la ineficacia de un sistema fuera y dentro del Irar, porque muchos de los pibes entran, salen y vuelven”Un paisaje cotidiano dentro del Instituto son la suciedad y las cañerías tapadas, sobre todo en los espacios no designados para el alojamiento de jóvenes. Los baños absolutamente infectos, rebalsados, cañerías rotas, duchas inexistentes y sectores en condiciones de humillación constante, además de ratas que circulan por todo el establecimiento, son algunos de los problemas que el Irar posee. A eso, hay que sumarle la falta de agua caliente en determinadas zonas. En diálogo con El Enfoque Web los propios chicos cuentan: “Acá nada de agua caliente, sale siempre fría, y encima todo está hecho de piedra, que es helado”. Las quejas y reclamos, a medidas que se entra en lo profundo del Irar son cada vez más, con realidades más crudas. Hernández, que visita a los chicos cada 15 días, afirma que al edificio habría que “implosionarlo” porque no sirve y “no recupera nada”.


Una visión casi similar, aunque diversa en algunos aspectos, es la que brinda la jueza de Menores María del Carmen Musa. La magistrada afirma: “Es un edificio que nunca estuvo a punto para funcionar”. Además, Musa sostiene que con el Irar solo no alcanza y que es un lugar de “máxima seguridad que siempre tuvo inconvenientes.Por otro lado, la Coordinadora de Trabajo Carcelario ha elaborado un sinnúmero de informes donde se describen diversas situaciones violatorias de los Derechos Humanos. Hernández afirma que muchos chicos son maltratados por parte del personal de alguna de las tres guardias del Servicio Penitenciario que custodia el Irar. “Aquellos que están a cargo del servicio lo saben, no es algo que se ignora”, sostiene. Además, Hernández acusa que en muchas ocasiones los chicos son golpeados y no lo denuncian, porque “eso implica que después te van a dar una paliza peor, esto es así, aunque haya gente que se sienta molesta por esto”. La jueza de Menores, María del Carmen Musa, sostiene: “Cada dos por tres recibimos denuncias de maltrato, pero son denuncias”. Otro de los tantos déficit radica en la escolaridad de los chicos. En el Insituto hay alojados dos jóvenes que desde hace más de un año entran y vuelven a ingresar. Los mismos, cuenta Hernández, son analfabetos. Para la CTC esta es otra muestra del fracaso de la enseñanza dentro del sistema: “Cómo puede ser que esos dos pibes no hayan podido ser alfabetizados todavía”, denuncia Hernández.

“Los Invisibles”


Las palabras de uno de los jóvenes que está en el Irar desde hace casi un año refleja las condiciones de vida: “El problema es que si no te mantienen entretenido, te empezás a cortar todo el cuerpo, porque es insoportable esto”. “El encierro te mata”, nos cuenta con timidez Omar O.
Con una infancia conflictiva y una mirada constantemente hacia el suelo relata cómo es estar allí: “A veces vienen y nos ““desengoman”” (desengomar es estar fuera de la celda) un rato, pero necesitamos aprender oficios, carpintería, soldar, algo que nos sirva para después, para cuando salgamos de acá”. Omar fue papá de una nena hace poco y nos confiesa sus deseos de cambiar, “ya fue, yo ya sé lo que quiero, salir de acá y estar con mi novia, mi hija y mi familia”.
Los casos como Omar se multiplican con el avance y el recorrido por los sectores. Juan C. está acostado sobre las largas banquetas de cemento que ofrecen de tribuna para acceder a un televisor y sostiene que la vida dentro del Irar es “imposible”. Juan está en el edificio por enfrentarse a tiros con un policía, hecho por el que recibió un disparo en su muslo izquierdo. “A los más chicos le digo que piensen antes de hacer las cosas, no saben lo que es estar acá”, cuenta con la mirada perdida Juan.




Producción Periodística
Ileana Rio Gonzalo J. García
El Enfoque Web


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